Te miro a tus ojos y eres bonito.
Siento tus palabras, susurros directos al alma, y eres muy bonito.
Acaricias mi cara, mis manos, mis brazos y mis rizos con dulzura y eres grande, muy grande.
Me miras, me dices y me tocas con amor y eso, y tú, sois lo más hermoso que a mi corazón le han dicho.
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sábado, 15 de junio de 2013
viernes, 31 de mayo de 2013
Qué bonito que sonrías siempre
-¿Qué aprendes tú de mí? Tú me llevas hasta el universo hablándome de las estrellas, me haces viajar a todos esos lugares históricos sobre los que me cuentas leyendas, dibujas números en mi cabeza cada vez que me explicas una ecuación y alimentas mi curiosidad con la tuya, entrando en una simbiosis en la que yo no soy capaz de darte nada. ¿Qué puedo contarte yo, si a tu lado soy muy inculta?
Que qué aprendo yo de ella… Ella es la vida. Su forma de ser, de razonar, de hablar y de mirar ya son lecciones que me doy a mí mismo. Es natural y sincera, y es maravillosa. Cada vez que me cuenta lo poco que le importa lo que piensen los demás de ella, cada vez que no le importa que yo haga algo mal, cada vez que me hace una pregunta para que siga explicándole mil historias que algún día leí o que simplemente me mira y aprueba todo lo que hago para hacer que ella esté bien, me doy cuenta de que ha leído menos que yo pero sabe más que yo.
Me es muy fácil hablarle y decirle lo que pienso o siento. Porque siempre me mira con el alma. Y me sonríe.
Que qué aprendo yo de ella… Ella es la vida. Su forma de ser, de razonar, de hablar y de mirar ya son lecciones que me doy a mí mismo. Es natural y sincera, y es maravillosa. Cada vez que me cuenta lo poco que le importa lo que piensen los demás de ella, cada vez que no le importa que yo haga algo mal, cada vez que me hace una pregunta para que siga explicándole mil historias que algún día leí o que simplemente me mira y aprueba todo lo que hago para hacer que ella esté bien, me doy cuenta de que ha leído menos que yo pero sabe más que yo.
Me es muy fácil hablarle y decirle lo que pienso o siento. Porque siempre me mira con el alma. Y me sonríe.
domingo, 25 de diciembre de 2011
¡Feliz navidad!
En un día como hoy solo puedo desearos a todos
Y en especial a mi amiga invisible: ¡A. Massanek! A quien le he escrito y diseñado este detallito. ¡Espero que te guste!
¡Feliz navidad!
Y en especial a mi amiga invisible: ¡A. Massanek! A quien le he escrito y diseñado este detallito. ¡Espero que te guste!
¡Un beso a todos!
En:
Belleza,
Blog,
Microcuentos
lunes, 19 de diciembre de 2011
Que me cante siempre tu voz
Fue en el momento en que escuché esa melodía cuando me di cuenta de que nada iba a tener sentido si no le decía allí mismo lo mucho que la quería. Ella solo abrió mucho los ojos y me hizo una pregunta:
-¿A qué melodía te refieres?
El desconcierto duró poco, pues, cada vez que la miro, de sus ojos parecen brotar pétalos de alegría cuyas raíces hacen cosquillas en mi estómago. Esa vez no fue diferente. Constaté entonces que bromeaba, y que solo me estaba dando permiso para besarla, abrazarla, y no dejar nunca que de sus labios dejaran brotar esas palabras que se me antojaban, simplemente, música.
-¿A qué melodía te refieres?
El desconcierto duró poco, pues, cada vez que la miro, de sus ojos parecen brotar pétalos de alegría cuyas raíces hacen cosquillas en mi estómago. Esa vez no fue diferente. Constaté entonces que bromeaba, y que solo me estaba dando permiso para besarla, abrazarla, y no dejar nunca que de sus labios dejaran brotar esas palabras que se me antojaban, simplemente, música.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Despierto a la mañana
El autobús despierta. Arranca y ronca su run-run. Tres ronquidos rompen el relajado estado de ensoñación que solo la mañana es capaz de regalarme.
Un colegial se despereza, mochila al dorso, compañero al lado, camino de la escuela que les verá, juntos, crecer.
Los párpados se caen de la señora que casi los abre, la que madruga, como este autobús y esta mañana.
El somnoliento caminar no es solo de ese hombre al que cedo mi asiento. Al levantarme, los cristales me enseñan el despertar de aquella joven de zapatillas verdes, de la anciana que luce temprano su madurada vejez digna, y de los trajeados señores, maletín en mano y zapato abrillantado. A todos nos trata por igual, esta mañana, que no se quiere despertar.
Mi reflejo me mira desde la ventana de este autobús que, aunque tímidamente iluminado por el sol que asoma, nocturno pareciera; pues cansado está, y aún casi duerme. Y bosteza. Y bostezo.
Un colegial se despereza, mochila al dorso, compañero al lado, camino de la escuela que les verá, juntos, crecer.
Los párpados se caen de la señora que casi los abre, la que madruga, como este autobús y esta mañana.
El somnoliento caminar no es solo de ese hombre al que cedo mi asiento. Al levantarme, los cristales me enseñan el despertar de aquella joven de zapatillas verdes, de la anciana que luce temprano su madurada vejez digna, y de los trajeados señores, maletín en mano y zapato abrillantado. A todos nos trata por igual, esta mañana, que no se quiere despertar.
Mi reflejo me mira desde la ventana de este autobús que, aunque tímidamente iluminado por el sol que asoma, nocturno pareciera; pues cansado está, y aún casi duerme. Y bosteza. Y bostezo.
domingo, 31 de julio de 2011
Aconseja la vieja
VOZ: ¡Niña! ¡Niña!
MADRE: ¡Déjala!
VOZ: ¡No quiero! Por su bien la estoy llamando.
MADRE: ¡Pero déjala! Ya aprenderá.
VOZ: No quiero que sea demasiado tarde cuando lo vaya a hacer, yo solo anhelo su bien.
MADRE: Si es su bien tu fin, déjala ahora y ven mucho más tarde.
VOZ: ¡No! ¡Niña!
MUCHACHA: ¿Qué?
VOZ: Que aproveches tu belleza, que solo ahora te hace bien. Que no dejes pasar tu juventud, ¡que vuela!
MUCHACHA: No vuela, no. Y sé que ahora soy joven. Pero lo soy tanto que aún me durará rato.
VOZ: ¡No! ¡Niña, no! Sal a la calle, lúcete, desea, siente la lujuria, que la puedes tener. No esperes a ser vieja, cuando tus carnes ya tensas no vayan a ser.
MADRE: ¡Deja a la niña ya!
MUCHACHA: ¿Lujuria? Inmensísimo placer, que anhelo, no sin no poder. En casa me espera mi madre cada tarde para coser y para no dejarme sola al salir, que hay mucho mal por ahí.
VOZ: ¡No, niña! No te equivoques. Aprovecha ahora tu belleza que después no la hallarás. Que jamás de nuevo la tendrás.
MADRE: Vámonos niña, a casa ya.
VOZ: ¡Te arrepentirás!
MADRE: ¡Déjala!
VOZ: ¡No quiero! Por su bien la estoy llamando.
MADRE: ¡Pero déjala! Ya aprenderá.
VOZ: No quiero que sea demasiado tarde cuando lo vaya a hacer, yo solo anhelo su bien.
MADRE: Si es su bien tu fin, déjala ahora y ven mucho más tarde.
VOZ: ¡No! ¡Niña!
MUCHACHA: ¿Qué?
VOZ: Que aproveches tu belleza, que solo ahora te hace bien. Que no dejes pasar tu juventud, ¡que vuela!
MUCHACHA: No vuela, no. Y sé que ahora soy joven. Pero lo soy tanto que aún me durará rato.
VOZ: ¡No! ¡Niña, no! Sal a la calle, lúcete, desea, siente la lujuria, que la puedes tener. No esperes a ser vieja, cuando tus carnes ya tensas no vayan a ser.
MADRE: ¡Deja a la niña ya!
MUCHACHA: ¿Lujuria? Inmensísimo placer, que anhelo, no sin no poder. En casa me espera mi madre cada tarde para coser y para no dejarme sola al salir, que hay mucho mal por ahí.
VOZ: ¡No, niña! No te equivoques. Aprovecha ahora tu belleza que después no la hallarás. Que jamás de nuevo la tendrás.
MADRE: Vámonos niña, a casa ya.
VOZ: ¡Te arrepentirás!
sábado, 23 de julio de 2011
Fotoflores
Aquí tenéis algunas fotos de esas flores que tanto me inspiraron esta primavera ;) Son todas del patio de mi casa. La calidad no es muy buena, las saqué con mi teléfono móvil. Espero que os gusten:
Hice muchas más, ¿queréis verlas? ;)
¡Gracias a todos los 92!
viernes, 15 de julio de 2011
Mi gatita, eso eras
Como de costumbre, sentado en el sofá del salón yo estaba. La televisión, la miraba, con poca atención. Yo sabía que esos eran los momentos en que siempre llegabas. En efecto, ahí estabas. Tan hermosa como acostumbrabas, ante el televisor te posabas. ¿Mi atención solicitabas? Toda era tuya.
Tu baile comenzaste. Rozabas tus muslos con las patas de la mesa. Todo un prodigio de la seducción. Todo tu cuerpo era tan elegante, tan bellísimo. Y tus ojos, ¡qué bonitos!
-¡Guapa! Ven aquí, acércate. –no pude resistirme a llamarte. ¡Tentación! Eso eras.
Eso que oí salir de ti fue un gemido cómplice. Te aproximaste lentamente hacia mí con tu atracción felina. Y yo, como si la televisión ya no existiera, te miraba, absorto en tu bello cuerpo. De la nariz a las uñas, de los omoplatos al cóccix, todo era perfecto, como si las criaturas como tú hubieseis sido puestas sobre la Tierra por pura devoción a la belleza.
Al fin allanaste tu lugar preferido del sofá: sobre mi entrepierna. Ahí te colocaste, y yo no iba a poner ni una sola pega. Acaricié con cariño el pelo azabache que estaba sobre tu espalda. Tus gatunos ojazos azules se clavaron en los míos, y se entrecerraban cada vez que mis dedos se mezclaban con las raíces de los cabellos de tu cabeza.
Cogí entre mis manos tu rostro, y acerqué el mío. Besé poco a poco tu frente, una oreja tuya, tu chata nariz.
Me puse en el sofá más cómodamente, tumbado, como a ti te gustaba. Tus bracitos ascendieron por mi pecho y con suavidad te tumbaste a lo largo de mi cuerpo, lamiendo mi cuello. Subiendo hacia mis labios. Hasta que los lamiste también.
¡Y sabías que eso no me gustaba! Podías lamer todo lo que quisieras en mi cuerpo, siempre te lo había dicho, pero la boca humana es algo que no debe tener contacto con la de un animal.
Aparté tu cabecita de la mía, y te enfadaste. Pero estiraste tus patas sobre mí, y como una gata joven que eras, te dormiste enseguida.
¿Enamorado de mi mascota? ¿Y qué dueño no?
martes, 21 de junio de 2011
Ojalá rebrotara
-¿Lo ves?
-¿Qué es?
-Es poesía.
-¿Poesía? Deliras.
-No, yo no. Tú no lo ves. Mírala, descríbela.
-¿La flor?
-¡La poesía!
-No te entiendo.
-Sí, me has entendido pero no me he explicado correctamente. Mira a tu izquierda. ¿Ves los geranios rosas? Descríbelo.
-Rosas, por dentro y por fuera. Rosáceos tonos que embellecen mi primavera. Rosa fuerte y elegante. Rosa, de aquella dama andante.
-Lo haces bien. Continúa.
-Rosa, pálido y brillante. Rosa, de tal palidez que de mis ojos es hiriente.
-¡No, no y no!
-Desesperas. No, por favor. Yo solo las envidio.
-¿A ellas?
-A veces pienso que ojalá pudiera, al menos un poco, parecerme a ellas, asemejarlas.
-Tú no tienes que ser como ninguna cosa, solo tú.
-Ya, ya lo sé. Yo quiero ser yo misma pero quiero saber ser como ellas también.
-No te entiendo yo.
-Ellas tienen cosa de la que carezco. Ellas son capaces de brotar cada primavera para dar lo mejor de sí. Son hermosas, bellísimas, algo que se me está escapando, y que yo no puedo recuperar cada abril como ellas, sino que poco a poco se me esfuma. Yo me marchito sin cese, ellas rebrotan. Ellas seducen con solo ser ojeadas. Yo lo hago ahora, ¿pero quién sabe si también la próxima primavera?
-¿Qué es?
-Es poesía.
-¿Poesía? Deliras.
-No, yo no. Tú no lo ves. Mírala, descríbela.
-¿La flor?
-¡La poesía!
-No te entiendo.
-Sí, me has entendido pero no me he explicado correctamente. Mira a tu izquierda. ¿Ves los geranios rosas? Descríbelo.
-Rosas, por dentro y por fuera. Rosáceos tonos que embellecen mi primavera. Rosa fuerte y elegante. Rosa, de aquella dama andante.
-Lo haces bien. Continúa.
-Rosa, pálido y brillante. Rosa, de tal palidez que de mis ojos es hiriente.
-¡No, no y no!
-Desesperas. No, por favor. Yo solo las envidio.
-¿A ellas?
-A veces pienso que ojalá pudiera, al menos un poco, parecerme a ellas, asemejarlas.
-Tú no tienes que ser como ninguna cosa, solo tú.
-Ya, ya lo sé. Yo quiero ser yo misma pero quiero saber ser como ellas también.
-No te entiendo yo.
-Ellas tienen cosa de la que carezco. Ellas son capaces de brotar cada primavera para dar lo mejor de sí. Son hermosas, bellísimas, algo que se me está escapando, y que yo no puedo recuperar cada abril como ellas, sino que poco a poco se me esfuma. Yo me marchito sin cese, ellas rebrotan. Ellas seducen con solo ser ojeadas. Yo lo hago ahora, ¿pero quién sabe si también la próxima primavera?
Me he hecho un esguince de muñeca, así que me temo que no voy a poder escribir mucho por vuestros blogs! Un beso.
sábado, 30 de abril de 2011
Elegía a la juventud temprana
¡Ay, ay! Si tú supieras ver
mi belleza de mujer,
como veo yo en tu dentro
mi deseo maldito
que no se quiere conceder.
No te vayas,
vuelve.
No te vayas, ven.
Ven juventud mía,
acércate.
Hazme sentir viva,
y no muerta, como encuéntrome.
Duele.
Duele el destello de tu piel
al saberlo imposible
de en mis manos caer.
Ay fruto de la juventud,
¿por qué te olvidé recoger?
Tan solo recojo
de mi alma la pena
de no poderte tener.
¿Acaso has amado, tú,
alguna vez?
Sino a los dulces juegos
de infancia,
como niño que eres
y aún ni ves
mi belleza de mujer.
Ay desgraciada y triste,
por no poderte tener.
Por ser yo tan fija en amarte
y desear tu querer,
siendo tú tan niño
y siendo yo tan mujer.
Siendo tú tan dulce
y siendo arrugada mi tez.
Ay, ay de los placeres
que nunca pude tener.
En:
Belleza,
Ellos,
Experiencias,
Poesía
jueves, 21 de abril de 2011
Canto a las flores
¡Flores, flores!
¡Cuántos colores!
¡Flores, muchas flores!
¡Menudos olores!
Flores, ¡son flores!
Me incitan sabores.
Flores, sí, flores
borráis mis dolores.
Florecitas, flores,
que las quiero con ardores.
Dichosos los ojos contempladores
de la vital belleza de estas flores
de las que compongo mil folklores
sin ser mis órganos merecedores.
Alegrad a los pájaros cantores,
acercad a mis sentidos esos dulzores
acompañad a los novios en amores
¡Creando la primavera de mis amores!
¡Cuántos colores!
¡Flores, muchas flores!
¡Menudos olores!
Flores, ¡son flores!
Me incitan sabores.
Flores, sí, flores
borráis mis dolores.
Florecitas, flores,
que las quiero con ardores.
Dichosos los ojos contempladores
de la vital belleza de estas flores
de las que compongo mil folklores
sin ser mis órganos merecedores.
Alegrad a los pájaros cantores,
acercad a mis sentidos esos dulzores
acompañad a los novios en amores
¡Creando la primavera de mis amores!
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