jueves, 4 de abril de 2013

Intentos de escritora

Intenté plasmar mis sentimientos en una hoja de papel.
Pero no pude.
Quise descubrir mi mundo en unas líneas, abrir mi mente y enseñar mi ser.
Pero no pude.
Deseaba deslizar el bolígrafo y dibujar palabras que dijeran quién soy.
Pero no pude.
Anhelaba apuñalar las teclas escribiendo frases que contemplaran mi persona, que expusieran mis entrañas y reflejaran mis adentros,
mi corazón
mis pensamientos.
Pero no pude.
Y hoy tampoco puedo. Porque no sé.

martes, 2 de abril de 2013

Conclusiones de aquello

Hablando conmigo misma llegué a la conclusión de que todo aquello no fueron más que vueltas y vueltas que da la vida. Lecciones que debía aprender y experiencias que tenía que vivir.

-Cuando a la rutina le da pereza continuar, ocurren estas cosas. No podemos asentarnos mucho tiempo en lo mismo o no avanzaríamos. En esta vida tenemos que evolucionar, ¿entiendes?
-Sí... -Bib parecía concentrado en una lectura que debía ser muy interesante en su ordenador portátil.
-Pase lo que pase, ocurran los cambios que ocurran, tienes que quedarte siempre con lo bueno, aprender.
Sabía que el jovencito no encontraría el mismo sentido, claridad y nitidez que ella en todas esas palabras que pretendía enseñarle. Pero no se rindió.
-Tienes que quedarte solo con tres cosas, y te prometo que ya paro. ¿Me oyes, Bib?
-Sí, sí. -Y, acto seguido, levantó sus enormes y limpios ojos verdes del ordenador y atendió a su hermana mayor. Ella lo miró y deseó que todo ese potencial que había en él no desistiera nunca en salir a la luz, que nunca la vida le hiciera todo el daño por el que había tenido que pasar ella, que toda la belleza de ese pequeño y maravilloso ser humano persistiera por muchos años y, sobre todo, que fuera siempre feliz. Los empeños inconscientes por hacerle de madre no se contenían, por lo que se veía obligada a darle a menudo lecciones como aquella.
-Sé siempre coherente contigo mismo. Aprende de todo y de todos. Quédate con lo bueno. Sé siempre sincero contigo mismo y con los demás. Y, nunca, nunca, nunca, dejes de ser buena persona.
-¿No eran solo tres cosas?
-¿Y tú crees que con eso iba a ser suficiente?
Tritia besó a Bib en la frente y, grabando con cariño sus pupilas contentos en su mente, se fue a la cocina a seguir preparando la cena, con el mismo amor y dedicación de siempre.