El verano en que acabé el primer curso de la carrera, con
todo aprobado y buenas notas, estaba siendo el mejor con diferencia. Y es que
en una carrera tan falta de féminas los chicos vagaban a la caza y captura de
la chica guapa e inteligente. Aunque de lo primero no presumo demasiado, de
lo segundo tengo hasta de sobra, así que ese año conocí la anatomía masculina
al completo.
El primero en entrar en mi vida fue Marcos. Un buen chico. Y
con eso queda del todo definido. Él me enseñó que los chicos pueden llegar a
desvivirse con tal de palpar un seno femenino, ¡o los dos! Pero ahora bien, los
míos no llegó ni a verlos de cerca.
El segundo que me hizo experimentar fue David. Rubio,
guapísimo y muy inteligente. Él sí que sabía cómo tratar a una mujer. Provenía,
como yo, de familia adinerada, y no tardé mucho en darme cuenta del niño
consentido que era. Así que, aunque llegamos a achucharnos en ropa interior,
nuestra relación no duró lo suficiente como para hacer más intimidad. Ahora es
un buen amigo. Pero para buenos amigos está Cecilio, pelo largo y castaño; y
hippie. Él me enseñó a conquistar a un varón, más aún de lo que ya sabía. Y me
presentó a Juan, un sueño. Con él tuve mi más larga relación hasta entonces.
En su lecho podían encontrarme cualquier día de ese verano, cualquiera, pues
allí los pasé todos. Y, sin entrar en detalles, sabed que fue lo mejor de mi
vida sexual. Y personal, pues Juan era dulce, amable, generoso, gracioso,
simpático, astuto, y puedo seguir, pero ya deduciréis lo enamorada de él que
estaba. Sin embargo, había algo entre sábanas que ignoraba. Mientras Juan y yo pasábamos
las tardes haciendo el amor en su cama, jacuzzi, piscina o ducha, en mi casa
ocurría exactamente lo mismo. Abel y Constantina eran más que jefe y empleada
de hogar. Abel, mi padre, tuvo que pedirle matrimonio cuando la dejó encinta.
15 comentarios:
Anda que el padre, vaya una buena pieza está hecha. Me alegro mucho por Galia, por fin empieza a construir su vida y por el momento se sale con la suya.
Besos :)
Vaya con el padre. Hacía mucho tiempo que no me pasaba por tu blog, pero he regresado de unas mini-vacaciones que he tenido.
Voy a empezar a leer la historia desde el principio, porque tiene muy pero que muy buena pinta.
Espero que vaya todo bien Pía!!
Un besito!!
P.D. Por cierto soy la chica del blog las palabras nómadas, que es que cambie el nombre del perfil
upsss! caray!
feliz díaaaa :)
El padre hace bien, que vuelva a rehacer su vida :) y en cuanto a ella, así me gusta, menudo curso más bueno ha tenido...=P juan me cae bien, si señor :)
Beeso :D
Hola Pía, ya se sabe así son los padres...siempre aprendiendo...gracias por este bello relato...que siga, muy agradecido, pasa buen día, besos compartidos..
Sabía yo que el padre estaba liado con la señora.
Que ganas de leer el 7!
¡Ahí, ahí! poniendo morbito a la cosa con tantos Hombres entre manos y el padre con la sirvienta. Esto promete.
Un besazo mi niña.
Uh, que complejo todo esto.
Yo lo venía sospechando eso de Abel y Constantina,
se va complicando la historia, muy interesante.
Abrazo.
Me ha gustado bastante tu manera de relatar las cosas, tan natural ya la vez, guardándote pequeñas cosas para ti.
Revisaré la etiqueta, por lo que veo esta historia viene (y va) de largo.
Un saludo!
Los hombres somos todos iguales, pero cabezonamente diferentes...
Saludos y buena tarde de viernes.
¡Me encanta! Ya me los he leído todos y me he enamorado de la historia. Me he enganchado, sigue pronto por favor!
Menudo personaje el padre, y me alegro de que Galia tenga a un hombre tan maravilloso a su lado.
Eres una brillante escritora!
Lune*
Parece que al final acabaron juntos!
Aunque si Constantina tenía familia, su padre la había roto :/
Parece que los hombres no son capaces de pensar en otra cosa..
Un beso enorme, me ha encantado leerte :)
Complcadamente genial. Que bien haz avanzado en tus textos.
¿Será que así somos todos los hombres?
Saludos !
¡¡Adiós!! Constantina embarazada, ¡eramos pocos y parió la abuela! (La chacha). Ese señor necesita ser castrado pero ¡ya!. Jajajaj a parte de esto... espero que la historia de los amores de Galia no sea autobiográfica porque sino... ¡tendré serias palabras contigo!. Prosgigo leyendo. Un beso de tus zapatillas caminantes.
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