Intenté plasmar mis sentimientos en una hoja de papel.
Pero no pude.
Quise descubrir mi mundo en unas líneas, abrir mi mente y enseñar mi ser.
Pero no pude.
Deseaba deslizar el bolígrafo y dibujar palabras que dijeran quién soy.
Pero no pude.
Anhelaba apuñalar las teclas escribiendo frases que contemplaran mi persona, que expusieran mis entrañas y reflejaran mis adentros,
mi corazón
mis pensamientos.
Pero no pude.
Y hoy tampoco puedo. Porque no sé.
jueves, 4 de abril de 2013
martes, 2 de abril de 2013
Conclusiones de aquello
Hablando conmigo misma llegué a la conclusión de que todo aquello no fueron más que vueltas y vueltas que da la vida. Lecciones que debía aprender y experiencias que tenía que vivir.
-Cuando a la rutina le da pereza continuar, ocurren estas cosas. No podemos asentarnos mucho tiempo en lo mismo o no avanzaríamos. En esta vida tenemos que evolucionar, ¿entiendes?
-Sí... -Bib parecía concentrado en una lectura que debía ser muy interesante en su ordenador portátil.
-Pase lo que pase, ocurran los cambios que ocurran, tienes que quedarte siempre con lo bueno, aprender.
Sabía que el jovencito no encontraría el mismo sentido, claridad y nitidez que ella en todas esas palabras que pretendía enseñarle. Pero no se rindió.
-Tienes que quedarte solo con tres cosas, y te prometo que ya paro. ¿Me oyes, Bib?
-Sí, sí. -Y, acto seguido, levantó sus enormes y limpios ojos verdes del ordenador y atendió a su hermana mayor. Ella lo miró y deseó que todo ese potencial que había en él no desistiera nunca en salir a la luz, que nunca la vida le hiciera todo el daño por el que había tenido que pasar ella, que toda la belleza de ese pequeño y maravilloso ser humano persistiera por muchos años y, sobre todo, que fuera siempre feliz. Los empeños inconscientes por hacerle de madre no se contenían, por lo que se veía obligada a darle a menudo lecciones como aquella.
-Sé siempre coherente contigo mismo. Aprende de todo y de todos. Quédate con lo bueno. Sé siempre sincero contigo mismo y con los demás. Y, nunca, nunca, nunca, dejes de ser buena persona.
-¿No eran solo tres cosas?
-¿Y tú crees que con eso iba a ser suficiente?
Tritia besó a Bib en la frente y, grabando con cariño sus pupilas contentos en su mente, se fue a la cocina a seguir preparando la cena, con el mismo amor y dedicación de siempre.
martes, 10 de julio de 2012
El delito (parte 3)
Yo
Tú
Él
Nosotros
Vosotros
Ellos
Tú
Él
No lo vio venir. Lo único que le dio tiempo a hacer fue
mirarle a los ojos e intentar rogarle, suplicarle siquiera, que no lo hiciese.
Un helado “no, por favor” murió en su garganta antes de ser formulado, pues su
destino ya estaba en manos del otro. En sus manos ahora manchadas de culpa.
Culpable. Eso era justo lo que él no era hasta que el otro lo eligió como
presa. Se maldijo muchas veces buscando un porqué, por qué él, por qué a él,
mas su tiempo de reflexión no duró más que el ínfimo segundo en que ese otro se
acercó hasta que estuvo suficientemente cerca, tan cerca, que el desesperado
final ya no podía sino suceder.
“¿Y ahora qué?”.
Nosotros
Vosotros
Ellos
Esta es la tercera parte de un relato escrito entre seis bloggeros. Podéis leer las demás haciendo clic en sus títulos. Ha sido un placer trabajar en esta fabulosa idea. Muchas gracias, Lucas Fulgi y Juan Ojeda por invitarme.
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