Isabel se despertó y buscó a Luigi palpando el lado derecho de su cama. No estaba. Se volvió para probar con el lado izquierdo pero no fue al patito de peluche con el que siempre dormía a quien encontró: había
una persona durmiendo a su lado. Dio un salto en su cama, abrió bien los ojos y pudo constatar que no se encontraba en su cama, ni en su habitación. Con un escalofrío recorriendo toda su espina dorsal, Isabel volvió la cabeza para comprobar la presencia que había descubierto a su lado. En efecto, a su izquierda yacía el cuerpo recién despertado de una mujer rubia, algo mayor que ella, y desnuda.
-Qué va, -soltó una breve carcajada y continuó detallando lo que había pasado la noche anterior en esa casa. Isabel removía sin ganas el café que le acababan de servir. Atendía entre interesada y desconfiada- solo te dejaste hacer, nada más.
Magda. Veintisiete años. Vive sola, es profesora de canto y depredadora de mujeres. Isabel no podía sino sentir agotamiento, dolor de cabeza y ganas de vomitar:
-Vale. Creo que me acuerdo de algo. Pero es que cuando intento pensar en lo que hice me duele muchísimo la cabeza. A ver... Las chicas y yo fuimos a la DanceDona, supongo que allí te conocí...
-Sí, en la DD. Reconozco que bailas muy bien, y muy sexy. -
Magda sonrió. Por debajo de la mesa alcanzó la mano de Isabel-. No hiciste nada que no quisieras hacer, te lo aseguro. Pero en ningún momento me dijiste que fueses heterosexual.
Isabel se levantó de su silla y corrió en busca del aseo. Tenía que vomitar. Tenía que asimilar demasiada información.